Lucas 15: Parábolas de Jesús

Las parábolas son ilustraciones del reino.  Me quieren enseñar una verdad central y de los detalles no podemos hacer postulados teológicos.  Como persona que me gusta narrar cuentos, las parábolas son las más sencillas de narrar y que más impactan.  Procedamos a meditar en tres de ellas.

La primera parábola de la oveja perdida me muestra donde estaba las prioridades de Jesús.  Jesús estaba con pecadores, no por ganar influencia, ni porque compartía en las cosas malas de ellos, sino porque los amaba y quería traerlos de vuelta al redil.  No es que los noventa y nueve no sean importantes, es que hay un gran gozo en el cielo, cuando un pecador cambia de actitud y se reconcilia con Dios.  Jesús vino a reconciliar a la gente con Dios, él desea alcanzar al perdido y está dispuesto a ir a buscarlo.  Si para eso tiene que dejar las otras noventa y nueve, lo va hacer, para encontrarlo y traerlo.  Esa pasión es la que quiero tener.  Esa es la pasión que deseo alcanzar.  Eso es lo que quiero lograr.

La segunda parábola de la moneda perdida, tiene la misma enseñanza pero orientada a una audiencia diferente.  En la de la oveja perdida, la audiencia que se iba a identificar con ella era los hombres, un pastor, busca la oveja, la encuentra y llama amigos y vecinos a celebrar.  En esta segunda, el lugar de la historia es una casa, la protagonista una mujer, la actividad de búsqueda conforme a las costumbres de las mujeres de la época y a quienes llama a compartir su gozo son amigas y vecinas.  Jesús tiene para todos.  Si alguien pensaba que Jesús solo se preocupaba por los hombres perdidos de Israel, en su selección de parábolas muestra que también incluía a las mujeres.  Jesús piensa en su audiencia y habla de acuerdo a sus necesidades, en el lenguaje que puedan entender.

La tercera parábola es la del hijo pródigo o como la llama la versión Dios Habla Hoy, la parábola del padre que recobra a su hijo.  Es interesante que muchos años atrás, yo pensaba que el protagonista de la historia lo era el hijo que se va y mas tarde regresa.  Ahora no estoy tan seguro.  Tal vez la figura central de la historia es el padre amoroso que espera pacientemente a que su hijo regrese, y cuando lo hace, lo celebra en grande.  Tal vez eso es lo que hace el ser padre, que uno se identifique con el padre de la historia.  El hecho es que todos hemos sido en algún momento de nuestras vidas como el joven de la historia.  Estuvimos en la casa de nuestro Padre Celestial, al crecer nos alejamos de ella, para luego regresar y ser recibidos amorosamente de nuevo por él.  ¡Qué siempre mi actitud sea como la de mi Padre Celestial, que espere pacientemente y siempre sea movido a compasión y misericordia!

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