“¡Demos gracias a nuestro Dios! ¡Demos a conocer entre las naciones todo lo que él ha hecho! ¡Cantémosle himnos! ¡Demos a conocer sus grandes milagros! ¡Digamos con orgullo que no hay otro Dios aparte del nuestro! ¡Alegrémonos de corazón todos los que adoramos a Dios!”(TLA) Me parece que esos primeros tres versos lo resumen todo. Nuestro Dios es un Dios de milagros y maravillas. Vez tras vez en la historia lo vemos interviniendo en los asuntos de los hombres con grandes señales y prodigios y el que le conoce personalmente puede también contar lo que Dios ha hecho en su vida. ¿Cuándo fue la última vez que diste testimonio de lo que Dios ha hecho en tu vida? ¿Lo cuentas con cierta frecuencia o hace más de un año que no hablas con nadie de él? El salmista nos exhorta a decirlo con orgullo que no hay otro Dios aparte del nuestro. ¿Lo haces tú? En estos tiempos donde el cristiano es presionado simplemente por creer en la Biblia y ponerla en práctica, el salmista nos exhorta a adorar a Dios con alegría en el corazón.
Me llama la atención cómo los enemigos de la verdad, tergiversan lo que decimos para presentarnos como antiguados ó locos. Aún más, me sorprende cómo podemos estar de acuerdo con agendas que están en contra de las escrituras, simplemente porque el impío nos da pena, no es correcto socialmente y nos parece que no debería ser como lo enseña la palabra de Dios. No olvidemos que el sistema de gobierno de Dios es una teocracia y no una democracia. Es interesante como las escrituras se convierten solamente en guías y no en nuestros principios, normas y reglamentos en que basamos nuestros comportamientos, expresiones y formas de pensar. Ó estamos con él o estamos en contra de él.
Yo estoy con Cristo porque al ver en la historia lo que hizo por mí, ¿tengo otra opción? Deseo buscar su rostro, acercarme a él y procurar agradarle porque él es merecedor de toda gloria y honra. Él ha hecho maravillas en mi favor, me ha salvado, me ha sanado, me ha llenado de su Espíritu y un día vendrá otra vez por mí. La única condición para continuar recibiendo sus bendiciones es que ponga en práctica en mi vida sus mandamientos y leyes y aún para eso él mora en mí, para ser él quién me ayude a vivir una vida recta y santa delante de sus ojos. ¡Gracias, Señor! ¡Aleluya!